Bernarda Pesoa tiene 41 años, dos hijas, tres hijos y tres nietos. Vive en Villa Hayes, departamento Presidente Hayes, en el principio del Chaco paraguayo. Bernarda es Qom, artesana y activista por los derechos humanos.
Su casa está en una de las nueve parcelas que hace años un particular donó para que ocho comunidades pudieran acceder a una tierra propia. Eso tiene una significación especial en un país en el que el acceso a la tierra es uno de los principales conflictos históricos.
En el lugar en el que vive Bernarda, la propiedad de la tierra es comunitaria. Hay que ponerse de acuerdo sobre su uso y destino. Son 1117 hectáreas totales que se dividen en nueve. Ocho parcelas son una para cada comunidad, que pertenecen a tres clanes distintos: cerriteños, chaqueños y rosarinos. En la de Bernarda, la comunidad de Santa Rosa del clan rosarino, conviven 71 familias.
Una parcela es común: son 35 hectáreas cultivables, que podrían destinarse a abastecer de alimentos a los habitantes de todas las comunidades.
La decisión conjunta sobre uso y destino de la tierra se puso en crisis con la irrupción del proyecto Semáforo contra la Pobreza, de la Fundación Paraguaya. El proyecto propuso destinar 20 de esas 35 hectáreas al monocultivo de eucalipto para explotación forestal. Es decir, algo que en apariencia es un bosque, pero es solo un cultivo intensivo.
Uno de los problemas que el monocultivo acarrea es la no disposición de esas hectáreas para cultivar alimentos, pero además existe otro, quizás el central: el eucalipto demanda una cantidad exorbitante de agua para crecer. Esa agua que los eucaliptos demandan seca las napas que se usan para consumo humano y pone en peligro los tajamares en los que Bernarda y otras artesanas cultivan la totora, planta con la que realizan sus artesanías para comercializar y que son su sustento económico.
Es decir que los eucaliptos ponen en riesgo de múltiples formas el sustento de la comunidad: los deja sin agua para consumo humano, sin tierra para cultivar, y sin totora para trabajar.
No solo eso. La introducción de los eucaliptos trajo conflictos graves de convivencia. Tres de las ocho comunidades estuvieron de acuerdo con la siembra, y decidieron sobre las demás, poniendo en cuestión el consenso necesario para gestionar la propiedad comunitaria. Eso acarreó episodios de violencia y puso en peligro la seguridad de quienes se resistieron. A Bernarda llegaron a amenazarla y golpearla.
A pesar de las múltiples acciones que se iniciaron para frenar el monocultivo, en noviembre de 2021 comenzó la plantación. En junio estuvimos allí y los árboles ya tenían más de metro y medio.
En esa oportunidad, conversamos con Bernarda y las mujeres artesanas y activistas sobre su día a día y lo que hoy necesitan. La respuesta fue contundente y unívoca: asesoramiento jurídico. No solo para poder hacer lecturas jurídicas, sino porque las instituciones no les entregan actas ni documentos sin la intermediación de una asesora o un asesor.
Hoy es muy importante poder acceder a este asesoramiento y representación, no solo por el conflicto alrededor del monocultivo de eucaliptos, sino por la existencia de un proyecto de ruta que cruzaría la tierra comunitaria.
Bernarda recibió a fines de 2021 el Premio Dignidad a la Trayectoria que entrega la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (Codehupy). Compartimos el video que se hizo sobre ella con ese motivo, y esperamos que esta distinción traiga buenas noticias a su comunidad.