“El feminismo negro y el mulherismo africano, como expresiones ideológicas y conceptuales son síntesis y horizontes emancipadores, que integran el pensamiento decolonial, el panafricanismo, la amefricanidade y la interseccionalidad como herramientas relevantes y sustanciales para transformar las realidades sustentadas en desigualdades estructurales”. Invitamos a Tania Ramírez, de Mizangas Movimiento de Mujeres Afrodescendientes, en un nuevo Día de las Mujeres Afrolatinas, Afrocaribeñas y de la Diáspora.
Por Tania Ramírez (Mizangas, Mujeres Afro)*
El movimiento de mujeres afrodescendientes en América Latina es de los movimientos emancipatorios de más larga data en la historia de la humanidad y ha hecho aportes sustanciales para construir sociedades más justas e igualitarias.
Las mujeres de la diáspora afro heredamos de nuestras ancestras africanas la virtud del pensamiento colectivo y la potencialidad del accionar congruente. Lejos de romantizar el “ser mujer afro”, mi convicción se cimienta en la historia ideológica y activa de quienes militamos, educamos y somos las sustentadoras de la lucha contra el racismo heteropatriarcal y, en consecuencia, contra todas las formas de discriminación y opresión que limitan el desarrollo humano, en su más amplio sentido.
El secuestro, el tráfico, la trata, la violación, la venta, le explotación y la tortura esclavista-capitalista, racista y colonial es el delito de lesa humanidad más atroz y, a su vez, el que goza de mayor impunidad. Es una herencia mundial que aún no hemos reconocido cabalmente, y mucho menos nos hemos hecho cargo de ello.
Las mujeres afro hemos sido las grandes “supervivientes” a los sistemas que nos someten, y es por ello que los comprendemos y hemos actuado en consecuencia durante siglos. Nuestras ancestras, reinas, guerreras, madres africanas como Nefertaris y Cleopatra de Egipto, Nzinga de Angola, Tassinn Jangebe y las Mino de Dahomey, Ndete Yalla de Walo, Ranavalonas de Madagascar, Malan Alua de Costa de Marfil, Madame Tinubu de Nigeria, Kahina Aurés de los bereberes, las Talata Nder de Senegal, Dona Beatriz del Congo, Alice Lenshina de Zambia, Yennega de Burkina Faso, Salou Casais de Gao, Nongqawuse de Sudáfrica, Sogolon Kedjou madre del fundador del imperio mandinga, Nandi madre de Shaka Zulú, Aqualtune madre de Zumbí dos Palmares, Dandara de Brasil, Harriet Tubman de Estados Unidos [1] y la mítica Soledad Cruz de Uruguay, entre otras, nos antecedieron y transmitieron el legado de lucha y resistencia ante los flagelos de sistema racista y sus “secuaces”.
El feminismo negro y el mulherismo africano, como expresiones ideológicas y conceptuales son síntesis y horizontes emancipadores, que integran el pensamiento decolonial, el panafricanismo, la amefricanidade [2] y la interseccionalidad como herramientas relevantes y sustanciales para transformar las realidades sustentadas en desigualdades estructurales.
Desde los movimientos de mujeres afrodescendientes organizadas, entendemos que la lucha es colectiva, que se enriquece y se complementa con el aporte de todas: de las trabajadoras, de las estudiantes, las académicas, pensadoras, escritoras, artistas, políticas, religiosas, y más, trascendiendo las fronteras impuestas desde la colonialidad. Nos reconocemos diversas y nos comprendemos hermanadas, descendientes de las que han construido nuestra historia, una historia de lucha y resistencia que no es eslógan, es el resultado de sobrevivir al racismo patriarcal, colonial, capitalista, cisheteronormativo y capacitista, que homogeniza e impone una hegemonía dominante, que nos sigue dañando y avergonzando como humanidad.
Sin embargo, pese al constante silenciamiento, existen algunos momentos y contextos histórico-temporales en los que las reflexiones, aportes y acciones de las mujeres afro han tenido eco en la construcción identitaria de la humanidad. “No nos hemos rendido, la transformación revolucionaria todavía es posible” […] “cuando las mujeres negras se mueven todas las estructuras de la sociedad se mueven con ellas”, anuncia Angela Davis, activista y pensadora feminista afroamericana. El mensaje es conciso y, en tiempos de sensibilidad ante el movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan), hay más apertura y circulación de información de primera mano, acerca de quiénes somos los movimientos antirracistas, cuál es nuestra plataforma, el proyecto político de transformación social y quiénes lo lideramos y sostenemos el legado de rebeldía ante el sistema que no nos deja respirar.
Recientemente, me reencontré con el concepto de manitud [3], que refiere a la hermandad/sororidad entre mujeres afro, que contiene nuestra ancestralidad de construcción colectiva, de conocernos y reconocernos desde una estrategia de generar redes afrocentradas, de círculos Ubuntu [4]; a nivel de América Latina y a nivel mundial, como base de la acción transformadora. La manitud integra dos conceptos: uno es la hermandad, hermana, mana, manita, mani, términos muy utilizados entre mujeres afro, unidas en historias, experiencias, vínculos que van más allá de la consanguinidad. El segundo es negritud, como movimiento político e ideológico que ha buscado recuperar y reivindicar los valores culturales y espirituales de la identidad afro/negra. La manitud rompe con el imaginario colectivo impuesto por el racismo heteropatriarcal y capital de la competencia, rivalidad y división entre mujeres y disidencias afro, por tanto integra las identidades de género. La manitud, es sororidad interseccional, en ella nos reconocemos afro y diversas; con nuestras esencias, demostrando en la acción que todas somos claves en la construcción de un proyecto político de combate a las desigualdades que nos atraviesan y atraviesan a otras y otros. La manitud es un capital humano que no debemos perder ante las constantes formas de boicot y autoboicot sistémico que operan desde la lógica del liberalismo-individualista.
No siempre es fácil, sabemos que transitamos por momentos de amor, de juego, de complicidad, de reflejo, de apoyo, de defensa, y también por momentos de rivalidad, de celos, de enfrentamientos, de diferencias, de rechazo, que interpelan y nos interpelan. Sin embargo, la manitud aparece como la voz de esa madre que recuerda lo que nos une, de dónde venimos, para no olvidar hacia dónde vamos.
El 25 de julio celebramos y reivindicamos el Día de las Mujeres Afrolatinas, Afrocaribeñas y de la Diáspora, oficialmente desde hace 28 años, e incansablemente hemos generado espacios de pienso, de aprendizajes, de reconocernos, de articulación, de referencia, de incidencia y de actuación en clave de manitud. Erika Malunginho, la primera diputada afrobrasilera trans, nos recuerda el pensamiento vivo de Lélia Gonzales: “Ao reivindicar nossa diferença enquanto mulheres negras, enquanto amefricanas, sabemos bem o quanto trazemos em nós as marcas da exploração econômica e da subordinação racial e sexual. Por isso mesmo, trazemos conosco a marca da libertação de todos e todas. Portanto, nosso lema deve ser: organização já!”.
Existe y persiste un entramado ideológico y político de mujeres afro en América Latina, que conforman redes de acciones enfrentando la lucha antirracista, anticapitalista, antipatriarcal, antihomolesbobitransfóbica, antifascista, y que es tiempo de replicar. Somos un movimiento con historia, con referentes, de procesos, de sujetas políticas [5], motor de lucha colectiva [6].
Ante tiempos de crisis pandémica, el sistema opresor supura en las viejas heridas. Con los gobiernos protegiendo el capital de las clases hegemónicas dominantes, con discursos de odio que remiten una vez más a la africanización como algo negativo, primitivo e indecoroso y con el recrudecimiento de las desigualdades raciales, la manitud reaparece como la clave: cuando nuestras defensas bajan, es el escudo que nos cuida y libera.
* Tania Ramírez es afrouruguaya. Activista afrofeminista por los derechos de las y los afrodescendientes, especializada en género, sexualidades y juventudes. Fundadora e integrante de Mizangas Movimiento de Mujeres Afrodescendientes. Es licenciada en Relaciones Internacionales de la Universidad de la República, Uruguay (Udelar). De 2009 a 2017, se desempeñó en la función pública, especializándose en el diseño e implementación de políticas públicas y acciones afirmativas. Actualmente, desarrolla su tesis de Maestría “Sororidad Amefricana”. El movimiento de mujeres afro en América Latina y es coordinadora general del proyecto Horizonte de Libertades: ampliar derechos, profundizar democracia, desarrollado colectivamente por Proderechos, Colectivo Ovejas Negras, Mujeres en el Horno, Más VHIdas, Mizangas, y cofinanciado por Unión Europea.
Las imágenes usadas en esta nota son gentileza de Mizangas, Movimiento de Mujeres Afro.
[1] Referencia: https://elasombrario.com/reinas-heroinas-africa-mujeres-olvidadas-historia/
[2] Lélia Gonzales (1988). Ver más en: https://bre.is/3PbtQKNM
[3] Referencia: Rayza de la Hoz- Colombia, AfroGuajira, Artista, CEO @MataEPelo. Concepto que refiere a “hermandad y negritud”, que implica una cosmovisión afrocentrata de la sororidad, recoge el término coloquial por el cual se reconocen las mujeres afro en muchos países de América Latina, “mana, manita, mani”. Ver más en https://bre.is/NG5JbrRw
[4] Referencia: ciclo de charlas e intercambios virtuales denominados Circuito Mujer Ubuntu con participación de mujeres de América Latina y el Caribe generados por Amuafroc Asocioación de Mujeres Afrocolombianas. Ver más en: https://bre.is/7GdZKMvx
[5] Ver más en https://bre.is/CgTDtVKH
[6] Ver más en https://bre.is/fRoszfvP ampliada en https://bre.is/hcFGCYpZ