Por Liliana Hendel*
“Y ahora que estamos juntas, ahora que si nos ven, ¡el patriarcado se va a caer!”. Así cantamos en las calles, a toda voz, energizadas por la presencia intergeneracional de tantas personas, mayoritariamente mujeres, que hemos decidido dejar de quejarnos en voz baja y salir a las calles para que, por fin, las cosas cambien. La histórica queja íntima se convierte en canto colectivo y eso lo hace transformador.
De eso se trata el 3 de junio. De cambiar las estructuras de una sociedad patriarcal capitalista que vende, entre otras, la ilusión de la igualdad, para opacar la realidad de asimetrías profundas que están intactas.
Ni Una Menos es la consigna que le da nombre en Argentina a un movimiento de mujeres que dijo ¡BASTA!. Explotó por primera vez el 3 de junio de 2015 en ochenta ciudades del país, y aseguro que ese será un día imborrable para muchas de nosotras. El reclamo se fue expandiendo a otros países de Latinoamérica, Europa y Asia, porque las violencias contra las mujeres son históricas y planetarias.
El movimiento crece desde el pie y avanza con nuestros pañuelos, emblemas de la Campaña por el Aborto Seguro, Legal y Gratuito, pintando de verde el mundo que los adopta y los reconoce más allá de las diferencias idiomáticas.
Cada 3 de junio, desde entonces, nos organizamos en asambleas previas, abiertas y diversas, y salimos a las calles tomándonos las manos, con la sororidad como horizonte, porque de desandar los estereotipos de eternas rivales también se trata el Ni Una Menos.
El dolor por los feminicidios y la bronca por todas y cada una de esas que eran muertes evitables hizo que alguien, una periodista, preguntara en voz alta lo que durante años nos preguntamos en sordina: “¿no vamos a hacer nada más?”, “¿hasta cuándo nos van a matar?”.
Nos movió entender que éramos nosotras mismas quienes debíamos despertar a otras y sacudir las burocracias naturalizadoras. Las redes fueron el vehículo sobre el que acortamos distancias y levantamos polvaredas. Gracias Marcela Ojeda por ese primer envión.
“Celos”, “emoción violenta”, “ella se lo buscó”, eran las frases que escuchábamos indignadas en pequeños círculos que nos contenían y nos reparaban, pero no movían el amperímetro ni de la justicia ni de los medios hegemónicos, ni tampoco el de las propias mujeres victimizadas a las que les habían enseñado que “así es el amor”, que “así es el destino”, que “adónde vas a ir, en el fondo te quiere”.
La punta del iceberg fueron los cadáveres de mujeres asesinadas por varones que alguna vez dijeron amarlas. Muertas por ser mujeres. Muertas porque nadie les dijo que ahora estamos juntas.
A aquel reclamo puntual de aquella primera vez (2015), le fuimos sumando exigencias y demandas. Por la precarización, la feminización de la pobreza, la brecha salarial, las madres protectoras con hijas/os vinculados con la fuerza de la policía y la justicia a varones padres abusadores.
No faltan quienes se quejan porque nos politizamos, como si no fuera necesariamente político un movimiento que exige derechos. Crecen los reclamos porque sabemos que, ahora que sí nos ven, nadie podrá decir livianamente yo no sabía.
Hay personas que se indignan más por una pared escrita con trazo grueso que por una mujer asesinada y su femicida absuelto porque la justicia no encuentra pruebas suficientes. Aunque las haya.
Aunque sellen un destino de orfandad para tantas criaturas sin madre y sin padre. Paradoja cruel, no hay reparación posible para las víctimas si hay absolución de un feminicida. ¡Ni Una menos! ¡Vivas nos queremos!
Aunque la tele no lo muestre, aunque intente negar que existe, como lo hizo durante más de 30 años con el Encuentro Nacional de las Mujeres, ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven, el patriarcado se va a caer y el feminismo va a vencer.
Y cuando eso, más temprano que tarde, suceda, el mundo será mejor, la democracia será más efectiva y la igualdad por fin será real para todas las personas que habitamos el planeta. ¡Ni Una menos! ¡Vivas y desendeudadas nos queremos!
Mientras trabajamos para eso, cada 3 de junio nos encontrará en las calles, juntas, cantando y bailando, las más jóvenes con glitter verde, con profunda emoción las ancestras. Con pañuelos, verdes, todas.
Porque ¡NI UNA MENOS! ¡VIVAS, LIBRES Y ALEGRES NOS QUEREMOS!
*Autora de Las Mentiras del Patriarcado