Una historia de transformación

por | Sep 18, 2024 | Erradicación de las violencias y las discriminaciones, Reportajes

Usar las herramientas propias, las de vecinas, las de amigas; poder salir del aislamiento, encontrarse con otras, hacer crecer una trama común. Compartimos dos historias sobre lo que pueden y hacen las redes de mujeres, y que nos inspiran a hacer lo que hacemos: potenciar las organizaciones de mujeres para construir vidas libres de violencias.

Lorena es auxiliar en educación especial, ama a las niñas y niños con los que trabajo, y tiene una verdadera vocación de servicio. Tiene 36 años y vive desde siempre en San Gregorio de Polanco, una pequeña localidad en lo profundo del departamento de Tacuarembó (Uruguay), en la que la tradición y los mandatos patriarcales se sienten fuerte.

Durante 20 años Lorena sufrió todo tipo de violencias de mano de su ex pareja. “Cuando yo tenía 18 años él me dio una paliza que casi me mata”, recuerda Lorena. “Estuvimos separados un tiempo, pero después volví con él. Volví porque lo quería, no sé. Aparte a mí me habían enseñado que lo correcto era tener una madre y un padre, así era una familia, y como yo no tuve ni madre ni padre quería eso para mi hija y mis hijos. Aguantaba cualquier cosa con tal de que ellos tuvieran a su madre y a su padre”, reconoce hoy.

Como en muchos de los círculos de violencia doméstica, las agresiones y amenazas iban aumentando en intensidad y frecuencia. La violencia también era ejercida hacia los dos hijos que vivían con ellos. Lorena no tenía amigas. Estaba cada vez más sola, con más miedo y no encontraba salida a su situación.

Hasta que un día su hija mayor, que ya no vivía con ella, la encaró. “Mamá, lo tenés que dejar. No te va a lastimar, te va a matar, te va a matar a vos y a mis hermanos”, cuenta Lorena. “Ahí dije, ¿y ahora qué?, que mi hija me lo dijera era fuerte, muy fuerte”, agrega.

A los pocos días, algo se rompió. Fue, dice ella, la gota que derramó el vaso. “Él se enojaba y yo me tenía que ir con los gurises. Uno de mis hijos en ese tiempo tendría 10 años. Esa noche, él nos echó y yo tenía llave de la casa de un vecino. Me fui con los dos chicos, de madrugada (¡un frío!). Y, claro, ellos tenían mucho miedo. Al verme temblar (porque yo trataba de no llorar, pero al cuerpo no lo podía controlar). Uno de mis hijos me dice: ‘vamos para casa, mamá, que si papá te quiere pegar, yo voy a defenderte’. Ahí supe que no tenía que aguantar más. Dije ‘tá, ya está’. Porque era la vida de ellos y mi vida”.

Lorena acudió al servicio estatal de atención a mujeres en situaciones de violencias del municipio. Asistió durante tres años, transitando el duro y difícil proceso de salida. En ese proceso, conoció al grupo Tejedoras de Derechos. Tejedoras surgió como una iniciativa de mujeres que decidieron romper el pacto de “no ver y no meterse” ante las situaciones de violencias que vivían niñas y adolescentes en la comunidad.

Cuando Lorena se acercó al grupo, estaban organizando la primera marcha por el Día Internacional de Erradicación de las Violencias hacia las Mujeres (25 de noviembre) en San Gregorio de Polanco. Durante ese mes, cada sábado, se encontraron para pintar carteles y banderas. “Nos fuimos juntando, y de a poco se fueron sumando cada vez más mujeres. Pusimos el tema en la calle y el lema fue ‘las gurisas no se tocan’”.

Lorena se integró al grupo para transformarse y sanar, y pasar de ser una persona que atravesó situaciones de violencias a ser una activa promotora por los derechos de las mujeres. El trabajo de su organización se convirtió en una oportunidad para encontrarse con otras y trazar objetivos comunes para tomar conciencia y avanzar hacia una vida libre de violencias.

Un largo proceso de sanación

En los primeros meses de su separación Lorena atravesó una profunda depresión. “Entré en un pozo, estuve meses tirada en una cama solo tomando agua”, cuenta. Le costaba conectar con su situación, afrontar las miradas, comentarios, juicios que, en un pueblo chico donde todos se conocen, son tan inevitables como dolorosos.

En ese período, Tejedoras de Derechos fortaleció su presencia como colectivo. Lorena comenzó a participar de las reuniones en la plaza, y luego en las instancias de capacitación y formación que Tejedoras llevaron adelante en el marco de Entramadas, una iniciativa que llevamos adelante entre 2020 y 2023, orientada a fortalecer a organizaciones que trabajan en primera línea con situaciones de violencias basada en el género en localidades con escasas redes de acompañamiento y difícil acceso a los servicios accesos estatales. Particularmente, en los departamentos Artigas, Cerro Largo, Rivera y Tacuarembó1.

“Empezamos pintando carteles y después empezamos a hacer cursos. Nos capacitamos en abordaje sobre drogas y consumos problemáticos, sobre adolescencias e infancias. También hicimos un curso de cómo ayudar a las mujeres que sufren violencia, sobre el cuidado en internet, la violencia en las redes sociales”, cuenta Lorena.

Conocer otras realidades, incorporar nuevas estrategias, saberse acompañada, fue sustantivo para Lorena. Cada instancia significaba más conocimiento, un paso más en su proceso de salida y sanación: “Me aportó mucho conocimiento, y como que me sacó del pozo, me fue ayudando y cambiando un poco la mente”.

Así fue como Lorena, tres años después de su separación, se encontró deseando habitar un espacio con otras que, como ella, sabían lo que es atravesar situaciones de violencias. Pero también, sabían lo que significa salir y sanar. “Nos reuníamos una vez por semana o cada 15 días. Siempre estaba deseando que llegara el día para ir a la reunión y ahí hablar”.

Hoy, además de compañeras, Lorena también tiene amigas. “Siempre andan conmigo, ¡ahora tengo amigas por suerte!”, cuenta.

Transformación: la palabra que representa su proceso

Lorena es una activa promotora por los derechos a una vida libre de violencias en San Gregorio de Polanco. Se acercan a ella mujeres en situación de violencia, o amigas y familiares de otras que, como ella alguna vez, no logran encontrar una salida. Lorena elige la palabra transformación para hablar de su proceso: de cómo el dolor se canalizó para convertirse en un deseo por ayudar a otras mujeres.

Motivada por una compañera de la organización, comenzó a ser facilitadora de información. “Ella vio en mí que yo tenía ese, no sé cómo llamarlo, si don o qué para hablar con otras mujeres. No sé si es algo natural que a mí me pasa o qué, pero cuando veo otra persona que está pasando por lo mismo, sin que me diga nada yo ya me doy cuenta”, agrega.

“Puso al servicio de la comunidad sus conocimientos sobre procesos judiciales, trámites, números de contacto. Ha llevado adelante la relación con la municipalidad, y de esa forma logramos una respuesta más rápida a las solicitudes que realizamos desde Tejedoras de Derechos”, agrega otra de las integrantes de la organización.

“Lorena logró visibilizar la violencia en la que estaba enmarcada, el vínculo con el padre de sus hijos, y toda la violencia a la que fue expuesta. El hecho de sostener un dictamen judicial, de colocar una tobillera en una pequeña localidad del interior de Uruguay, también eso es muy difícil”, agrega.

La historia de Lorena es una evidencia de que es posible, aún en los contextos más hostiles, salir y romper los círculos de violencia. En síntesis, es un claro ejemplo de transformación.


Estas historias que compartimos muestran lo que pueden y hacen las redes comunitarias de mujeres, lo que significa tener una opción para salir del aislamiento y poder empezar a pensar un futuro común con otras y otros.

Fortalecer estas estrategias es la manera en que elegimos construir vidas libres de violencias. Con tu donación, podés potenciar estas redes para que más organizaciones puedan sostener sus trabajos. ¡Sumate a potenciar las redes que nos mantienen Vivas, Juntas y Fuertes!

  1. Entramadas es una iniciativa que implementamos en alianza con FLACSO y Asociación Civil El Paso, y con apoyo de Unión Europea. El proyecto buscó fortalecer a organizaciones que trabajan en primera línea con situaciones de violencias basada en el género en los departamentos de Artigas, Cerro Largo, Tacuarembó y Rivera. ↩︎

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