Usar las herramientas propias, las de vecinas, las de amigas; poder salir del aislamiento, encontrarse con otras, hacer crecer una trama común. Compartimos dos historias sobre lo que pueden y hacen las redes de mujeres, y que nos inspiran a hacer lo que hacemos: potenciar las organizaciones de mujeres para construir vidas libres de violencias.

Cerro Largo es uno de los departamentos con mayores índices de violencias basadas en género del interior de Uruguay. Desde 2020, las denuncias por violencias aumentaron de manera sostenida: si en ese año se registraron 596 denuncias, para 2023 el número escaló a 751.

Allison y Kelly son hermanas, y viven en la ciudad principal del departamento, Melo. Hace algunos años volvieron a su lugar de origen después de terminar sus estudios en Montevideo, capital del país. Allí, Allison se graduó de psicóloga, y Kelly de abogada.

Las hermanas sabían que no iba a ser fácil: el tránsito por otros espacios les había hecho crecer y mirar las cosas desde otra perspectiva. “Estábamos volviendo a reconocer el pueblo. Teníamos una idea de cómo era, pero no era lo mismo. Cuando nos fuimos, lo veíamos como niñas, y no nos interpelaba en la misma manera en que lo hace ahora”, cuentan.

Siempre entendieron que las desigualdades que transitaban las mujeres eran injustas, pero esta vez era distinto. En ese proceso de regreso y readaptación, con “los lentes violetas ya instalados en sus vidas”, surgió la necesidad de hacer algo y no quedarse como espectadoras. Hacer con lo que tenían, con sus herramientas. Y así, salieron a buscar redes, pero no encontraron mucho, hasta que apareció la convocatoria de Entramadas.

Entramadas fue una iniciativa que llevamos adelante en el marco de nuestra área estratégica Erradicación de las violencias y las discriminaciones, orientada a fortalecer a organizaciones que trabajan en primera línea con situaciones de violencias basada en el género. De 2020 a 2023, apoyamos a colectivas y grupos de mujeres de los departamentos Artigas, Cerro Largo, Rivera y Tacuarembó, en localidades con escasas redes de acompañamiento y difícil acceso a los servicios accesos estatales1.

Para Allison y Kelly, la aparición de la convocatoria funcionó como un catalizador: armaron una propuesta junto a su mamá y otras activistas con las que se conocían de marchas o actividades, y fundaron una colectiva. “No estábamos organizadas”, cuentan, “no era que teníamos actividades en común o que nos reuniéramos seguido. Tampoco teníamos nombre”.

A la colectiva le pusieron el nombre que aún llevan: Mujeres Resilientes. “Creíamos que lo que nos unía a todas en el grupo era justamente la resiliencia, el poder cambiar las situaciones por las que habíamos pasado o pasamos diariamente. Creo que el mismo nombre ya transmitía eso que queríamos: hacer un cambio en nuestra localidad”, cuentan.

Las iniciativas que desarrollaron con el apoyo de Entramadas les significaron un gran crecimiento. “Hicimos un gran avance, como colectivo, y también cada una en su vida. En la forma de trabajo, la forma de abordaje y en cómo puedes sentarte a charlar con las mujeres y que fluya la conversación. Antes no nos pasaba porque nos faltaban herramientas”, agregan.

Pero el trabajo no fue fácil. Las convocatorias que realizaron no siempre tuvieron la respuesta que esperaban. Les costaba articular con entidades públicas y privadas. La persistencia, la tenacidad y la acción de la organización, fueron ablandando las trabas. Comenzaron posicionarse y consolidarse como agentes clave en las temáticas vinculadas a violencias.

“Después se fue dando más paulatino. Los medios nos buscaban a nosotras, nos preguntaban qué íbamos a hacer. Entonces terminaron aceptando, con un ‘bueno, las chiquilinas se están encargando’. Nosotras teníamos nociones muy firmes en lo que veníamos haciendo, y yo creo que eso hizo que fuéramos rompiendo barreras y resistencias. Al final, veían que estábamos trabajando en serio, que no éramos un grupito que venía a querer aparecer nomas”, relatan.

Kelly y Allison sienten que Entramadas fue una oportunidad para Mujeres Resilientes, y, a la vez, un instrumento para su consolidación y legitimización: “Nos dio reconocimiento, ese poder de decir ‘no son unas locas sueltas, hay trabajo, hay instituciones sólidas atrás’. Pudimos ser reconocidas desde ese lugar, nos abrió muchas puertas”.

Hoy Mujeres Resilientes es una pieza clave, una organización legítima y de referencia en Cerro Largo, e incluso en otros departamentos vecinos. Los lazos generados a través de la iniciativa consolidaron redes con otras organizaciones y activistas, que hoy se mantienen, se nutren y fortalecen.

 “Llegamos a trabajar directamente con otras organizaciones, coordinamos actividades, llevamos a distintos lugares la muestra de fotos Tu silencio nos importa, una muestra que hicimos en el marco del proyecto. Las compañeras de San Gregorio de Polanco (Tacuarembó) nos hicieron algunas consultas por unos temas complicados, y con los conocimientos jurídicos de Kelly les pudimos dar un asesoramiento inicial. Estamos también en contacto con otra de las organizaciones para articular actividades cuando vengan a Cerro Largo”, apunta Allison.

“Un rincón de contención y sostén desde donde pensar juntas”

Las mujeres en Cerro Largo encuentran en el grupo una voz confiable y segura a la hora de pedir ayuda. Pero también, para las mismas integrantes, el grupo se les configura como ese lugar desde donde pensar en colectivo y buscar estrategias de acción y resistencia. “Cuando empezó el grupo, a mí me interpelaba mucho el tema de las violencias porque estaba pasando por una situación complicada. Ellas fueron mi apoyo”, cuenta una integrante de Mujeres Resilientes.

“Es muy fácil verlo desde lo teórico, pero cuando lo vivís es distinto. Haber pasado por eso me ayudó a poder ponerme desde el otro lugar con las mujeres, ser red para ellas y que ellas fueran red para mí”, agrega.

Para Allison y Kelly el grupo es un tejido de acompañamiento, sostén y apoyo.  “Pasa algo, cualquier situación que nos interpela, y nos buscamos, porque necesitamos saber qué tiene para decir la otra. O pasa algo en Cerro Largo, algo en lo que ni siquiera tenemos que ver, pero automáticamente es un ‘che gurisas pasó esto, ¿podemos hacer algo?, ¿Mujeres Resilientes puede hacer algo?’”, suma Kelly.

De ser red y tener red: se trata de ambas cosas para construir vidas libres de violencias.


Estas historias que compartimos muestran lo que pueden y hacen las redes comunitarias de mujeres, lo que significa tener una opción para salir del aislamiento y poder empezar a pensar un futuro común con otras y otros.

Fortalecer estas estrategias es la manera en que elegimos construir vidas libres de violencias. Con tu donación, podés potenciar estas redes para que más organizaciones puedan sostener sus trabajos. ¡Sumate a potenciar las redes que nos mantienen Vivas, Juntas y Fuertes!

  1. Entramadas es una iniciativa que implementamos en alianza con FLACSO y Asociación Civil El Paso, y con apoyo de Unión Europea. El proyecto buscó fortalecer a organizaciones que trabajan en primera línea con situaciones de violencias basada en el género en los departamentos de Artigas, Cerro Largo, Tacuarembó y Rivera. ↩︎

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