A fines del 2021, el Fondo de Mujeres del Sur (FMS), en alianza con el Fondo Global de Mujeres (GFW, por sus siglas en inglés), impulsó un relevamiento de organizaciones de Argentina, Paraguay y Uruguay.
El objetivo era conocer las formas organizativas, de liderazgos y de desarrollo de las colectivas feministas que trabajan dentro del emergente movimiento de trabajadoras por una economía feminista y solidaria.
Con un tono exploratorio, se buscó comprender en qué situación se encuentra este movimiento social que forja nuevas alternativas económicas. El estudio buscaba, además, ampliar los registros de las colectivas existentes en la región.
A través de una encuesta, se invitó a referentas de organizaciones a reflexionar sobre dimensiones como el sentido de pertenencia, la protección y la seguridad, el estado de desarrollo del movimiento, las intersecciones y alianzas con otros colectivos (actuales y potenciales), la visión e identidad, entre otras.
Con relación al desarrollo del movimiento, se indagó sobre distintas etapas o fases, que reflejan diferentes componentes sin por ello ser excluyentes entre sí, sino más bien acumulativos.
Los resultados subregionales arrojan tendencias que es importante considerar a la hora de apoyar estas organizaciones: el movimiento se encuentra en crecimiento, en una fase caracterizada por su componente “popular”[1], y en la que aún restan formalizar planes y estrategias, sobre todo vinculadas a la obtención de recursos económicos. En las regiones rurales o semiurbanas, las necesidades de las organizaciones son muchas, pese a contar con un capital social fuerte que logra sortear los obstáculos.
Las organizaciones que forman parte del movimiento muestran claridad respecto a la visión e identidad del colectivo: se considera el aspecto más fuerte a nivel subregional. Al mismo tiempo, la protección y la seguridad de quienes trabajan día a día en las organizaciones se percibe como una variable débil dentro del movimiento.
La edad media de las personas que participaron fue de 41 años; siendo la más joven de 20 años y la mayor de 74 años. Este rasgo muestra la amplitud generacional del movimiento y la proyección a futuro. En cuanto al alcance, las encuestadas coincidieron en su mayoría que se perciben como parte de un movimiento de alcance local o provincial, más que nacional o internacional. La trayectoria de las encuestadas dentro del movimiento va desde los 8 hasta los 40 años.
Por otra parte, en términos de dinámicas de trabajo, el estudio muestra la prevalencia de liderazgos colectivos más que individuales; se resalta, también, la necesidad de trabajar en red con otros movimientos sociales del continente.
En términos metodológicos, es importante destacar que, pese a la utilidad de la herramienta de recolección utilizada (una encuesta, que se aplicó adaptada a los territorios en los que se administró) es crucial relativizar ciertas variables cuando hablamos de América Latina. Esta región plantea un escenario de variaciones donde algunas herramientas metodológicas o categorías pueden resultar “forzadas”. Los colectivos feministas muchas veces diseñan y organizan sus trabajos de maneras más creativas a las imaginadas por la teoría.
Por otra parte, se pudo observar el impacto que tuvo la pandemia por covid-19 al interior del movimiento. También se observaron desconfianzas a este tipo de estudios, sobre todo en Argentina, que atraviesa una crisis económica y social que debilita los tejidos comunitarios y donde las políticas estatales para hacer frente a ello suelen requerir también de la provisión de información, en el marco de procesos largos y desgastantes. En Paraguay y Uruguay, el estudio fue recibido con gran aceptación por la posibilidad que podría significar a futuro para planificar acciones y como una oportunidad para pensarse como parte del movimiento.
En total, fueron entrevistadas 217 participantes de colectivas, organizaciones y comunidades barriales. El 93 % de ellas consideran que están trazando un nuevo escenario en la región, el del movimiento de trabajadoras por una economía feminista y solidaria.
Podés leer la versión digital: Aproximaciones al territorio. Movimiento de trabajadoras por una economía feminista y solidaria.
[1] En esta fase «popular» se observa un descontento o inquietud que se hace visible, ya sea por un acontecimiento específico -problema- o por varios eventos que se dan en la comunidad o en la sociedad. Las participantes individuales se vuelven conscientes unas de otras y comienzan a formar relaciones. El movimiento está construyendo una identidad colectiva compartida y está ganando más atención de los medios, una participación pública más amplia y se convierte en una fuerza política más prominente.